Clive Crook

Pobres centristas estadounidenses... un grupo que necesita una bandera

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 4 de enero de 2011 a las 05:00 hrs.
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Al final, la sesión saliente del 111 Congreso de EE.UU. fue contra las convenciones e hizo mucho. Pasó el acuerdo tributario. Ratificó el nuevo tratado de reducción de armas estratégicas con Rusia. Derogó la política sobre los homosexuales en las fuerzas armadas ¿Pero son bases suficientes para estar optimistas sobre el próximo Congreso? Probablemente no.



Curiosamente y a pesar de las disputas que desataron en el Congreso, todas estas votaciones eran muy populares entre el público estadounidense. Nunca deberían haber sido motivo de controversia. Es un tributo a la obstinación de la clase política de Washington que lo fueran y que las tres iniciativas pudieran haber fracasado.

Los problemas que enfrenta el próximo Congreso serán más difíciles, empezando por la necesidad de limitar el endeudamiento público. Un estímulo fiscal continuo es la política correcta por el momento, pero el gobierno debe comprometerse con un plan de consolidación fiscal a largo plazo: mayores impuestos y reducción del gasto público. Cada uno será resistido por un lado u otro. Por ahora es difícil ver cómo un Congreso dividido puede unirse para respaldar un plan que trae dolor. Más difícil de imaginar es que el vehículo de este encuentro pudiera ser un resurgimiento del centro político de Estados Unidos.

Justo antes de Navidad, un grupo de moderados autoproclamados lanzó una campaña contra el hiper-partidismo. El grupo se llama Sin Etiquetas: Somos demócratas, republicanos e independientes unidos en la creencia de que no tenemos que renunciar a nuestras etiquetas, sólo ponerlas a un lado para hacer lo mejor para EE.UU., dice su página web.

¡Dios mío! Acentúe lo negativo. Ponga el acento en lo que no es. ¡Sin Etiquetas! Bueno, ahora que lo pienso, mantenga las etiquetas, como dice la página web: luego, unidos en la creencia de que no deben renunciar a ellas, déjelas a un lado. Use la etiqueta con orgullo, bajo su abrigo.

Tengo otra sugerencia. Sin Ideas o sin Asunto. ¿Sería suficientemente aburrido?Los guerreros partidistas de izquierda y derecha en Washington ridiculizan a los moderados como sin principios o despistados. Dividir la diferencia no lleva a la respuesta correcta. En general los partidistas tienen razón, y la gente de Sin Etiquetas es la prueba.

Los centristas de EE.UU., si todavía existen, necesitan algunas políticas y la voluntad de defenderlas, no reglas de etiqueta. El medio no es una zona libre de ideología, donde se ve lo que es mejor para Estados Unidos en el momento en que uno se saca las gafas partidistas. No se resuelve nada preguntando ¿Por qué no podemos llevarnos todos bien?. El centrismo también necesita una ideología. Sin eso, está vacío. Carece de etiquetas.

¿Cómo luce tal ideología? Por extraño que parezca, EE.UU. podría tener que mirar a Europa para recordarlo. La forma clásica es el célebre modelo social de mercado del canciller de Alemania occidental Ludwig Erhard y sus discípulos, que produjo el milagro económico alemán de posguerra: es seguro social, más libertad económica. Es una visión de mundo fundamentalmente pro-capitalista, con un papel ambicioso y estrechamente definido para el gobierno.

En muchos aspectos, esto parece un paso natural para los EE.UU. Un europeo podría pensar en ello como un credo distintivamente americano. En la memoria viva, los demócratas conservadores y republicanos liberales se habrían sentido muy a gusto con esta filosofía. Ya no.

Hoy, todos los republicanos deben jurar achicar el gobierno siempre que sea posible (a excepción de la defensa), a pesar de las fallas aún impactante de prestaciones sociales básicas. Los demócratas coquetean con un directo anticapitalismo. Ven a la Gran Recesión como una reivindicación filosófica. Todo lo que aqueja a su país puede atribuirse a la desregulación, la tercerización, el afán de lucro y el hecho de que los ricos paguen impuestos insuficientes.

La civilidad en la política es buena. Un poco de respeto mutuo también ayudaría. Pero si el próximo Congreso no aborda la inminente bancarrota fiscal, la razón no será mala educación o poner al partido antes que al país. Será que las ideologías contendientes están quebradas, y los disidentes quieren que los votantes se unan sin etiquetas.

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